"Solar de Sael" crianza ae

No ha sido en una feria ni en un concurso, a los que siempre vamos precavidos o convencidos, aunque de sobra sepamos que ambas actitudes estén equivocadas para catar, pero de las que no siempre podemos deshacernos.
Apareció por casualidad y sin pretensión, como ha de ser lo que nos apasione.
Me refiero a Solar de Sael Crianza. Un mencía 100% del Bierzo.


Desde que descorchamos la botella hasta que lo servimos, hay un tiempo de espera en el que los catadores aguardamos en vilo; así que cuando cae dentro de la copa con los colores propios de la juventud y de un clarificado natural, nos damos cuenta de que, quizás, estemos ante algo diferente.
Le obligamos a
que se airee en la copa con un pequeño giro…el movimiento está ligeramente retardado y la profundidad de capa es notable. Lo relacionamos con una buena extracción y una buena concentración… estas uvas provienen de cepas de más de 80 años con una producción de 1 kg cada una.

En la nariz domina un rasgo que, en los crianza, se empieza a hacer difícil de encontrar... últimamente marcados por una fruta y una barrica que se repiten sin cesar y no ofrecen nada nuevo... Aquí, sin embargo, nos encontramos eso que falta para que los primarios estén completos: la mineralidad. Este aroma dominante se aprecia ya a copa parada y, cuando agitamos el vino, se une a la barrica y a la fruta. Un toque mineral diferente de los Rioja y los Priorato, algo identitario.

En boca también es un crianza mejorado, una entrada abocada da lugar a un paso aterciopelado y elegante acompañado de un tanino muy sutil y cómodo, donde se siente una uva bien llovida si atendemos a su frescor y bien soleada como ponen de relieve sus 14,5º de alcohol. Es aquí donde definitivamente nos damos cuenta de que estamos ante un vino que se distingue por la conjunción de la suavidad, la uva bien madurada y la acidez de la mencía trabajada hasta convertirla en frescor
que llega hasta el posgusto con un recuerdo de aceituna verde.
Si volvemos la vista, nos damos cuenta de que en cada una de las fases de la cata nos ha agasajado con un detalle que lo hace distinguirse de otros crianza: en la vista, la concentración, en la nariz, el terruño, en la boca, la suavidad.
Es un vino que no pretende ser más ni menos que lo que es. Un crianza con alicientes y con sorpresas que demuestra la capacidad que tiene El Bierzo para sorprender, tal y como se viene anunciando desde hace tiempo.
Ha sido un encuentro inesperado y, por eso, doblemente grato.
A lo largo de la cata nos hace volver a las preguntas insistentes de qué es lo que buscamos en un vino, por qué y para qué. El mero hecho de que este vino nos ponga en el camino de las respuestas, nos produce una excitación que merece la pena o que nos interesa.

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