Antonio Sanz Verdejo 2012



Últimamente, todo el mundo está a vueltas con los verdejos y eso es un signo de buena salud. 

Si bien esta uva tradicionalmente acostumbraba a exponer sabores herbáceos, es cierto que la adición de un porcentaje de sauvignon blanc o de determinadas levaduras para ayudar a la fermentación, hizo que esos aromas a hinojo y a hierba se vieran eclipsados por una tropicalidad que antes no se asociaba a estos vinos.

Esa evidencia aromática ha sido la que ha atraído al gran público, que ha pasado de desconocer las denominacines de origen más importantes a solicitar un vino por el tipo de uva con el que se ha elaborado. Es un salto cualitativo importante.

Los excesos tropicales de estos verdejos son tan evidentes que cuando se sirven en la copa, rápidamente se extienden por el campo olfativo de todos los que se encuentran en las inmediaciones.

Las personas que quieren aprender sobre el vino empiezan así: con evidencias. Y eso está bien. 

La aproximación al gusto y al olfato con los vinos es la misma que experimentamos cuando somos niños con la comida; sólo nos interesan las cosas ricas, sabrosas, dulces, golosas... y hasta que no vamos madurando en nuestro criterio, no apreciamos las sutilezas de sabores más ácidos, complejos, amargos y elaborados. Todo es cuestión de aprendizaje, y esto se traduce en una evolución en el criterio.



El verdejo casi muere de éxito. Hasta tal punto que se ha hecho infrecuente encontrar un verdejode los de antes”. Infrecuente pero no imposible, así que cuando una de esas personas que llevan algunos años insistiendo en ese exceso aromático prueba un día, por casualidad, un verdejo herbáceo, algo sucede: un descubrimiento, una epifanía, un deslizamiento hacia lo sutil que va en dos direcciones: por un lado, ser capaz de percibir una diferencia aromática en un tipo de uva que creía conocer bien y por otro, reconocer que el hecho de detenerse en minúsculos acontecimientos de esa índole le convierten en un aficionado al vino.

Descubrir los matices y encontrar placer en detenerse en ellos se vuelve una manera de mirar, no sólo con los ojos, también con el olfato y con el gusto. A partir de ese momento,ese aficionado al vino buscará repetir esa sensación herbácea y la tropical quedará atrás como el inicio de un camino.

Entonces llega un tercer estadio en la cata de los verdejos sin guarda: la primera vez que se cata uno en el que el mosto ha estado en contacto con los hollejos durante la fermentación alcohólica y, además, se le ha aplicado batonage.

Esta es la clave del Antonio Sanz Verdejo 2012. Tiene una nariz que nos descubre veladamente la pera, la hierba, el melocotón y los cítricos, pero no disonantes y evidentes, sino como un único aroma complejo en el que hay que detenerse porque dota de profundidad y misterio esa fase de la cata. En la boca, no nos permite hacer un recorrido rápido, como suele ser el de los blancos sencillos, en los que generalmente buscamos buena acidez, falta de amargor y un posgusto alargado. Este blanco se comporta más como un tinto: nos hace salivar en la entrada más que en los laterales. Llena la boca demorándose en su recorrido sin que por eso le cree un problema a la acidez. Hace que pongamos atención en el centro de la lengua, un área de cata que en este país está reservada a los tintos,y que, sin embargo, es donde este blanco demuestra con acierto la maceración de los hollejos y la untuosidad propia del batonage. Aquí nos proporciona una sensación gustativa que lo distingue de los blancos sin extracción y que encontramos en los riesling de cierta edad, en blancos con barrica o en los blancos de otros países con elaboraciones que aquí no se practican.Termina con un final cítrico en el velo del paladar que suele estar presente en otros vinos de Antonio Sanz.

No son muchos los vinos blancos españoles que se elaboran mediante la fermentación del mosto con los hollejos, por eso es gratificante ver el resultado que se ha conseguido con el Antonio Sanz Verdejo 2012.

Este vino es una vuelta de tuerca necesaria para que la andadura de los verdejos continúe por un camino más sofisticado y elegante, con la vista puesta en un público que, afotunadamente y cada vez más, comienza a tener un criterio más afinado y exigente. Esto es bueno para todos: para el bodeguero que dará lo mejor de sí y para el amante del vino que no se verá defraudado.

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